Asturias confía en el Bingo Derivado para volver a cifras previas a la crisis

Bingo

Las salas de bingo necesitan atraer a nuevos clientes para sobrevivir. El negocio ha sufrido, como pocos, los efectos de una crisis a la que, en su caso, enumeran, se han sumado el auge de las apuestas ‘online’, los agravios comparativos en materia impositiva y la prohibición de fumar.

Dicen los empresarios que ese cliché sobre estar «más quemado que el cenicero de un bingo» era cierto y que, de entre todos los elementos que se han convertido esta década en su particular tormenta perfecta, el que más daño les ha hecho fue la ley del tabaco. Hoy, reconocen, el aire de las salas asturianas es más limpio y agradable. Pero la mitad de los beneficios se han quedado por el camino.

Por todas las razones anteriormente citadas, entre las que no se debe obviar la falta de relevo generacional en una clientela -como la población asturiana- envejecida, las ventas de las seis salas de bingo que hay en el Principado han caído más del 50% desde 2010, hasta situarse en los 25.613.000 euros de 2017. Un desplome que, en comparación con los años previos a la crisis -2008 y anteriores- cuando el sector facturaba entre 60 y 70 millones de euros, se torna aún más devastador.

La caída, cuando llegaron las vacas flacas, fue «muy rápida» y ahora que las cosas han comenzado a mejorar «el crecimiento anual no supera el 3 o el 5%». La patronal es consciente de que «la recuperación está siendo paulatina, pero será lenta» y no tiene intención de cruzarse de brazos. Por esa razón, ahora presenta un nuevo juego que, creen, servirá para «reinventar» el bingo clásico y revitalizar las salas. No ha sido fácil. Esta nueva modalidad ve la luz tras siete años de negociaciones, en las que los empresarios se han comprometido con las administraciones y sus plantillas al mantenimiento del empleo. A cambio, han podido poner en marcha el ‘bingo derivado’, un modelo con el que «se va a devolver más importe en premios a nuestros clientes, lo que hace más atractivo el juego». Así lo explican el vicepresidente de la Asociación Asturiana de Empresas del Juego del Bingo (Asebi), Emilio Palacio, y el presidente de la Asociación de Empresas del Bingo del Principado de Asturias (Aebipa), Rubén Menéndez. Entre ambos representan al 100% de las compañías operadoras.

Cabe explicar que en el bingo tradicional el 67% del importe obtenido de las ventas se destina a premios. Del 33% restante, la mitad -que en 2017 fueron más de 4,2 millones- sirve para pagar la tasa fiscal. La otra mitad, un 16,50% de los ingresos, es el margen empresarial bruto, del que sale el mantenimiento de los locales, los sueldos de los trabajadores y los beneficios empresariales.

A la parte destinada para las gratificaciones de los ganadores, hay que restarle un 10% (más de 1,7 millones el pasado ejercicio) del impuesto a premios, que solo existe en otras dos comunidades del país, Navarra y Murcia, pero con tipos muy inferiores que no sobrepasan el 2 y el 3%, respectivamente.

En este sentido, la nueva modalidad de ‘bingo derivado’ supone un incremento de siete puntos porcentuales del dinero que vuelve a los clientes en forma de premios. En este caso, a estas retribuciones se destina el 74% y el margen empresarial se mantiene, lo que se traduce en una reducción de los impuestos. «Cualquier juego necesita un porcentaje de retorno al cliente digno, porque si no deja de ser atractivo y se ahoga solo», argumentan desde las asociaciones.

Rotulador en mano, estas innovaciones se traducen en la introducción de una nueva bola, diferenciada con el símbolo ‘+’, en el bombo (sumando, así, 91). Una vez que sale esta bola, si algún jugador canta línea y esta es la del medio del cartón, el ganador se lleva una bolsa especial.

Un 0,15% del presupuesto

Menéndez y Palacio saben mejor que nadie que el sector lo ha tenido difícil en los últimos tiempos. De la decena de salas que llegó a haber en la comunidad, solo sobreviven seis: tres en Gijón, dos en Oviedo y una en Avilés. Aún así, la venta de cartones todavía supone un 0,15% del presupuesto que recogía el proyecto de cuentas para Asturias en 2018. El sector da empleo directo «a doscientas familias y suma otros cincuenta o sesenta trabajadores indirectos».

Ellos son quienes, según Menéndez y Palacio, dan alma a las salas. La ventaja del bingo con respecto a otras ofertas, defienden, es que es «un juego social y tiene su encanto». Por eso, por el momento, han renunciado a la instalación de «frías» terminales electrónicas.

Por otra parte, los empresarios asturianos del bingo quieren aseverar su compromiso con el llamado ‘juego responsable’: «Cumplimos fielmente nuestras obligaciones, definidas en la normativa, en cuanto al control del acceso prohibido a menores y el juego seguro, regulado, transparente y en locales autorizados», inciden.

Fuente: el comercio.es