AUMAP homenajea a R. Franco con motivo de su 50 aniversario

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Desde AUMAP, y aprovechando la feria Parlabytes de este mes de noviembre rinden un pequeño pero sentido homenaje a los hermanos Franco (Joaquín y Jesús) que por el año 1965 entraron en la industria del videojuego, como operadores y, posteriormente, continuaron con su singladura con la fabricación propia de máquinas de pinball y arcades. 50 años de historia, 50 años dedicado al juego, primero con la fabricación de máquinas de pinball y arcades y, posteriormente, en la industria del juego de azar.

Los comienzos de Recreativos Franco se remontan a un pequeño taller en el número 38 de la calle Hilarión Eslava de Madrid, comenzaron con buen pié, ya que si hubieran sido supersticiosos se lo hubieran pensado dos veces ya que la pequeña nave en la que se iniciaron había sido una fábrica de ataúdes.

Recreativos Franco buscó su hueco en el mercado con unas marcadas características en el juego y en la estética que las diferenciaban de las de los demás fabricantes. Eran máquinas muy vivas y sobre todo, muy «tragonas» con un amplio espacio entre flippers e incluso con los pasillos laterales abiertos.

En esta etapa de fabricación de pinballs, desde el principio se plantearon el no copiar pinballs de otros fabricantes, pero en el primer modelo estaban obligados a apostar sobre seguro, y fruto de ello e inspirados en el pinball «Rey de Diamantes» nació el primer pinball de la compañía. «Mississippi»; después la producción siguió ya con modelos de inspiración propia y sacaron al mercado modelos como Venus 5; Cherokis; Alaska, Jalisco; Cabaret, Impacto, Full, Dragoon; Super Star y también fundaron una segunda marca «Interflip» bajo la que exportaban máquinas de pinball a otros países, principalmente versiones de 4 jugadores de los modelos de 1 jugador que se dejaban para el mercado español.

Hemos de entender la dificultad que entrañaba la tarea por aquel entonces, no había informática, ni programas o sistemas que utilizar y tan sólo contaban con las ganas de hacer empresa. Las máquinas se montaban una a una y cada trabajador montaba según su criterio y cada máquina llevaba el sello personal de quien la había montado, los ensamblajes eran tornillos de ranura y se atornillaban con destornilladores manuales porque el tornillo de estrella no se conocía. El operario que atornillaba se vendaba la mano al inicio de su jornada y, pese a la protección, al concluir el día la mano con la que atornillaba era pura llaga. Los mazos de cables se ataban con hilo de bramante y no se conocían las bridas autoajustables, los cables eran de variedad tan limitada en sus combinaciones de colores que para soldar los relés había que auxiliarse de unas puntas comprobadoras para saber qué cable era el que correspondía a cada terminal. Cada grupo de contacto, cada lámina, cada contador debía ser ajustado manualmente y bajo el criterio de cada operario. Por eso, cuando se vendía una máquina nueva y se instalaba en un bar, el proceso incluía la presencia de un mecánico que debía realizar visitas periódicas en días sucesivos hasta que la máquina se hubiera equilibrado.

Más tarde, las necesidades de espacio y producción obligaron a ir cambiando de domicilio buscando atender esas necesidades de espacio y producción que requerían. Estuvieron ubicados en la calle Rufino González 25, una nave donde se hacía el montaje de muebles arcade. La llegada de los marcianitos cambió el mercado, los fabricantes se igualaron porque ya no hacía falta ser fabricante. Bastaba con tener el capital suficiente para comprar monitores y placas de juego, encargar a un carpintero un mueble que en la mayoría de los casos se copiaba, o se usaba el mismo modelo para otros juegos cambiando los diseños, se compraban puertas de monederos, botones y palancas de mandos y… a montar y vender. Recreativos Franco también tuvo una amplia presencia con máquinas como Pacuman, Ave Fénix, Galaxian, Moon Cresta, Scramble, Spy Hunter o Speed Race.

En la feria de la retroinformática del sur de Madrid, Parlabytes, se culminará este pequeño homenaje a este fabricante que tan buenos ratos nos hizo pasar cuando éramos más jóvenes. Habrá una unidad de su primera máquina, Mississippi, cedida por un miembro de AUMAP y también otro de sus pinball míticos cedidos por un buen amigo y colaborador nuestro, un pinball modelo Cherokis. AUMAP aportará a esta pequeña muestra su arcade Pacuman. Quedan sólo 2 semanas para la feria, pero estamos haciendo gestiones para que ese pequeño homenaje cuente con alguna máquina más.

Nuestro agradecimiento a D. Eulogio Pingarrón, técnico, diseñador y fabricante de máquinas de pinball por su aporte a la redacción de este pequeño homenaje.

Fuente: aumap.org