El medio digital canarias7 repasa la historia de Juan Padrón

Holiday World

Cuando España entregó el territorio de Ifni al reino de Marruecos en 1969, la familia Padrón hizo sus maletas y regresó a la capital grancanaria. El empresario tejedense Juan Padrón tuvo que empezar de cero a causa del proceso de descolonización pues dejó en África todos sus negocios.

El tesón de Padrón le permitió levantarse de nuevo con el negocio de las máquinas recreativas a partir de 1975. Sobre este sector levantó, paso a paso, el imperio que hoy contribuye al auge de la economía canaria.

Así, en 1979 se constituyó Jupama, centrada en los juegos recreativos y el ocio. Tres años después, vende el 50% de la empresa al asociarse con la familia Lao, del grupo Cirsa, uno de los líderes mundiales del sector del juego. «A partir de ahí se profesionalizó», explica Manuel Padrón, el actual dirigente del conglomerado empresarial.

El sector del juego mantenía su puja en aquellos años. Siguiendo esta ola, el grupo Juan Padrón apuesta por las salas de bingo, con el Ópera, inaugurado en el año 1989. En la actualidad, Pama e Hijos tiene ocho salas de bingo (seis en Gran Canaria y dos en Tenerife), dos de las cuales son líderes en facturación en Canarias: el Victoria, en Mesa y López; y el Ciudad Laguna, en Taco.

También se expandieron por las islas Baleares, donde pusieron en marcha un salón recreativo en Palma de Mallorca a partir de 1994. En estos momentos ya controlan cinco diferentes.

Con el empuje de esta actividad, la familia Padrón funda el Gran Casino Las Palmas, «en nuestro querido hotel Santa Catalina». La puesta en marcha de este negocio data de diciembre de 1997.

La gestión del casino le abrió las puertas del hotel Santa Catalina en un momento en que el futuro del establecimiento hotelero era más que oscuro. El entonces alcalde, Emilio Mayoral, le pidió a Juan Padrón que se hiciera con el control del hotel, en el que el grupo invirtió unos dieciocho millones de euros. La concesión para la explotación del Santa Catalina fue por 20 años.

Desde este momento, el grupo comienza a diversificar su radio de acción y en agosto de 2003 inaugura el parque de atracciones Holiday World, en el sur de Gran Canaria.

El turismo también ha entrado en su cartera de negocios con el aparthotel Rubimar, en Playa Blanca (Lanzarote), así como el sector comercial, en el que ha desembarcado con el centro comercial Rubicón, también en Lanzarote.

En estos momentos, el grupo Juan Padrón da trabajo a setecientas personas y tiene una facturación que ronda los 135 millones de euros al año.

El conglomerado empresarial Pama e Hijos basa ahora parte de su estrategia de futuro en los planes de mejora y modernización turística, gracias a los cuales pretende renovar el parque de atracciones Holiday World, en el sur de Gran Canaria. «Han pasado ya quince años desde su inauguración y estamos tratando de darle un cambio radical», explica Manuel Padrón, al frente de la estructura societaria que en la actualidad componen dieciocho compañías.

La otra gran apuesta para este año será la de la conversión del aparthotel Rubimar en un hotel, pasando de las 96 habitaciones que tiene en la actualidad hasta las 126.

«Seguimos siendo una empresa familiar con un servicio profesionalizado y vamos a seguir creciendo», aseguró Padrón, quien advierte de que, en todo caso, se tratará de un «crecimiento controlado» porque «nos ha costado mucho salir de la crisis».

En la división hotelera, Manuel Padrón mantiene su batalla por el hotel Santa Catalina, que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria adjudicó al grupo Barceló. Hay que recordar que la decisión municipal ha sido ya recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) porque Pama e Hijos considera que el concurso no les dio posibilidades de alegar de manera correcta.

La vinculación de la familia Padrón con el hotel Santa Catalina va más allá del ámbito empresarial o profesional. «Mi padre tenía el hotel como un referente, le cogió mucho cariño a algo que no era rentable», explica Manuel Padrón, quien certifica que de los veinte años en los que su grupo empresarial gestionó el emblemático establecimiento hotelero, la mitad del tiempo «fue normal y la otra mitad resultó deficitaria». Y lamenta que «ahora que las cosas empiezan a ir bien, queríamos seguir con el Santa Catalina».

El empresario recuerda que el hotel «tenía muchas deficiencias» y recuerda el esfuerzo emprendido en la construcción del aparcamiento, la renovación de la cocina o la apertura de las instalaciones de hidroterapia.

«El hotel Santa Catalina era nuestra carta de presentación, nuestra imagen», sentencia Manuel Padrón, «pero también significaba el mantenimiento del legado de mi padre».

Fuente: canarias7.es