«Es incierto que cuando hay crisis se juega más», afirma tajante Jesús Serrano, secretario de Cobicylsa-Asecal. Y lo dice por experiencia y con los datos en la mano. Más de cuarenta millones de euros menos. Es la cifra que separa las ventas en los bingos de Castilla y León entre 2007 y 2009 y que no sólo se traduce en menores ingresos para estos negocios, sino que pone en jaque a un sector del que dependen un millar de personas, entre empleos directos e indirectos.
La complicada situación económica es el último ingrediente que ha caído en el bombo de la «mala suerte» de un sector que ya desde hace años tiene que convivir y combatir sus propias dificultades y problemas. La «fiscalidad absolutamente desmedida» que soporta -el 20 por ciento del valor de los cartones que compran y que están expedidos por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre se queda en la caja de Hacienda- hace que sea un «juego relativamente caro, no competitivo con otros y no atractivo», reconoce Serrano. Además, luchan contra la «competencia desleal, ilegal y fraudulenta», sobre todo a través de Internet «que no está regulada», y la «excesiva rigidez» administrativa para introducir novedades.
Si a esto se añade la crisis de la que pocos escapan a sus efectos, da como resultado un «sector en declive» que se enfrenta a un año que están convencidos que «aún será peor que los anteriores». «Muchos están en peligro de subsistencia. Estamos funcionado con el mínimo de los mínimos porque es imposible mantenerlo», alerta el secretario de la asociación que agrupa a los 21 establecimientos de este tipo que funcionan en la Comunidad y que, entre personal de sala y el negocio hostelero que genera a su alrededor da empleo a cerca de un millar de personas, en el que ya se notan los recortes en la plantilla al ver cómo sus ingresos se desploman. «Necesitamos una intervención de urgencia, casi terminal por lo menos para detener la caída», reclama.
«El bingo ya venía arrastrando una crisis que se ha acrecentado con la crisis», subraya Serrano. Y es que si entre 2006 y 2007 la bajada en las ventas no llegó a los cuatro millones de euros, desde que la crisis explotó, sus efectos se notaron de manera directa en el sector. Entre 2007 y 2008, estos 21 establecimientos de juego dejaron de mover casi diez millones de cartones y más de 20,9 millones de euros. Esta caída del 12 por ciento, lejos de frenarse se incrementó un año después, con lo que en 48 meses apuntan en su casillero de resultados unos «números rojos» que superan los 42 millones, pasando de los más de 174,5 millones de ventas en 2007 a los escasos 132,5 millones del pasado ejercicio. «La incidencia está siendo alta y desconocida hasta ahora», afirma Jesús Serrano. «Y continúa en caída libre», asevera con cierta resignación e impotencia.
Menos gente dispuesta a cantar «líneas y bingos» en las salas y menos cartones sobre la mesa. Ése es el panorama de las salas. Si se comparan los datos de 2007 y 2009, en tan sólo dos años los clientes compraron casi 19,2 millones de cartones menos, un 22,7% menos. Ese mismo porcentaje es lo que, en esta cadena de efectos, también ha dejado de ingresar la Junta por la tasa sobre este juego en el mismo periodo. En 2009 recaudó algo cerca de 27.000 euros, 7.800 menos que antes de que la crisis comenzase a tambalear los cimientos de casi todos los sectores
Los jóvenes no van
La disminución de clientes se ha notado en todas las franjas de edad, desde su público de mayor edad -el mayoritario- hasta el joven. «Si público juvenil entraba antes poco, ahora con la crisis…», admite el secretario de la asociación de bingos de Castilla y León. «Uno de los lastres del juego es que resulta poco atractivo a los jóvenes», asegura Jesús Serrano, quien reclama en nombre del sector poder introducir nuevas y más modernas variantes.
Desde la entrada del euro, el precio del cartón se mantiene en un mínimo de 2 euros -también se pueden jugar de 3 ó 6 euros-. Sin embargo, los costes han ido subiendo y, con la caída de ventas, el margen del 15 por ciento con que juega la empresa para sus beneficios y cubrir gastos se acorta. El 65 por ciento restante -el 20% son impuestos- es lo que se distribuye en premios. Ese escaso porcentaje es otra de las medidas que reclaman cambiar, «aunque tampoco creemos que subir el precio sea la fórmula».
Fuente: ABC.ES